A través de la rendija miré al espectro visual que le acompaña: un aislado sacerdote y su comensal vendido: ambos, incautos tropiezos de un gobierno lucrativo, adhieren a la milicia naciones inamovibles dentro de la propiedad ilusoria del fantástico correo.
Inclusive quienes, con ánimo de convertirse en diábolos o urnas se lamen el alumbrado público en el armamento fatal del conversor, deben falsas alegorías al triunfo de la huella por encima del esqueleto.
No halla más que hablar, y con el compulsivo interés compuesto se inventa el propio sacramento, gracias al cual se obligará, incauto, a realizar la corpulenta saciedad de un tramo vendido.
El lamento no cuenta y, por ello, no se traduce como si el escritor fuera se le accediera y negase el adiestramiento por la mano derecha: el divino jugador aislado se llama Pedro, y conmemora la muerte del civilizado ciudadano que se ha aparecido por debajo de las agujas y el miedo sencillo.
Como si aconteciera debajo del almendro, capaz de convenir a sus más vagos intereses, se lamenta en despacio vigor con la complejidad del canto, y la conejilla adusta se incrusta en el austero follaje, desde donde nos mira, abierta y sencilla, por debajo de su asiento comprometido.
El hambre se calienta de vez en cuando y el valor ínfimo de la saciedad gobierna adecuadamente el primero de una serie: el calambre marino y direccional: la pregunta:
¿Podré dirigir o gobernar este barco negado?
Pensamiento: La noche de Torquemada: Teatro:
Me lamento por no haber reído lo suficiente; sé que de haberme enrollado más en tu lengua se te habrían caido los dientes, pero por ahora es vago el nombre y las colecciones se llaman a sí mismas corregidas y enlatadas: se me ha dispuesto gobernar el canto con paladar adusto y por eso se me encoge el hombro cuando sueño o el llano se llena de imágenes desasidas de un gobernante ínfimo: me lamento porno haber leído demasiadas veces la propia nocturna fase de angular espectro: me adhiero a quienes anulan con el índice la sinrazón efímera del traslado de cuerpos: allí se recuestan los incautos y por debajo de las sábanas se les tuerce el cuello a las Narrinas: que de allí eran sin embargo, pues el odio me ha disfrazado de hiena y el conversador fugaz se torna maloliente cuando se le retribuye, por el espectro negado de su pulcritud, un timo ignorante y dispenario por el roce prosaico de la vaguedad sopladora.
No se me imbuye de categorías, pues el sacerdote se huele por debajo a nariz conviene.
Ahora el antiguo se deshila y el comienzo brota desde la comprensión más vana de lo acontecido: se mate el pay de vainilla o no, el compensador habrá de manejarse con silueta.
31.7.08
22.7.08
Procreación diseminal
A gatas, la corredora de bienes infames estableció su primer jaripeo en la negación adusta de su paladar efímero. La generación del veintisiete impone su subcultura ígnea en pos de una ramificación lineal que pueda llamarse a sí misma como el conventillo de la Piedad Autónoma del Coruplento Creador.
Abierto se encuentra el camino entre las llagas abnegadas y el golpe certero que invoca tiernamente el disfraz pesado de Batichico que se ha forjado con herrajes prematuros en el camión de enfrente.
Mas no por mucho magullar se esparce más de plano, y el comentario pierde validez en cuanto la casilla es llenada: el bloque marmoreo traduce espectacular el cambio de pantalla y la bandera tiende a remojarse en té negro, tal y como si tuviera su justicia enlatada con el primer Iago marino que viene a rememorar la pulpa en sus primeros zaguanes.
El hombre adhiere a sus pies la corpulencia y suspende, tal y como se nombre a sí mismo gavilán o cáñamo o remarido o controvertido o sectorial hasta la malla que invoca y precisa en su frustración indolente. Actúa por debajo del camisón y conlleva en la huaracha el ritmo sincrético que le dará, por un lado, ambidiestras sorpresas entre sus remanentes funcionales y, por el otro, nacionalidades vagas encomendadas a la recreación histórica del vano pulcro. El silueto se arma de valor y cansa, de vez en cuando, la mirada: hay quienes piensan que
adgfuggmhdudl fkdldfkgb pspsek fnxzñzs kopweound
equivale a:
dos enchiladas ilusorias de encadenamientos adustos
y equivale a:
incólumes pasos pulcros bajo la sombra del cientocincuenta
y equivalente a:
no ha zancadilla más oscura que un arroz en ocho
¿Yoko?
Nolocreo me ha informado que Ygnoro se ha vestido de gracia para promover a senador la licencia de funcionamiento del primordial guerrero: después de espolear los callejones, el asado es lo dejado. Como si. Uno. Vano. ¿Palabré? ¿cuándo?
¿Existen y comen tarios?
Sólo por cuestionamiento efímero, se me atraganta el calentador de paso.
Abierto se encuentra el camino entre las llagas abnegadas y el golpe certero que invoca tiernamente el disfraz pesado de Batichico que se ha forjado con herrajes prematuros en el camión de enfrente.
Mas no por mucho magullar se esparce más de plano, y el comentario pierde validez en cuanto la casilla es llenada: el bloque marmoreo traduce espectacular el cambio de pantalla y la bandera tiende a remojarse en té negro, tal y como si tuviera su justicia enlatada con el primer Iago marino que viene a rememorar la pulpa en sus primeros zaguanes.
El hombre adhiere a sus pies la corpulencia y suspende, tal y como se nombre a sí mismo gavilán o cáñamo o remarido o controvertido o sectorial hasta la malla que invoca y precisa en su frustración indolente. Actúa por debajo del camisón y conlleva en la huaracha el ritmo sincrético que le dará, por un lado, ambidiestras sorpresas entre sus remanentes funcionales y, por el otro, nacionalidades vagas encomendadas a la recreación histórica del vano pulcro. El silueto se arma de valor y cansa, de vez en cuando, la mirada: hay quienes piensan que
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equivale a:
dos enchiladas ilusorias de encadenamientos adustos
y equivale a:
incólumes pasos pulcros bajo la sombra del cientocincuenta
y equivalente a:
no ha zancadilla más oscura que un arroz en ocho
¿Yoko?
Nolocreo me ha informado que Ygnoro se ha vestido de gracia para promover a senador la licencia de funcionamiento del primordial guerrero: después de espolear los callejones, el asado es lo dejado. Como si. Uno. Vano. ¿Palabré? ¿cuándo?
¿Existen y comen tarios?
Sólo por cuestionamiento efímero, se me atraganta el calentador de paso.
11.7.08
¡Ay desgraciada mente!
Culpa indígena retiene líquidos estancados en el firmamento ideal de la ruptura distante. Monocorde se acuerda de la última ocasión en la que el señuelo se había diferido en el alegórico retrato; compuesto de sorbos y malecones, no hay más respuesta que un cortejo fúnebre estudiado plenamente bajo los auspicios de una Gran Logia interactiva.
Para quienes se escabullen por entre los desafíos, sépanse que la mejoría individual no proviene de la fusilada entonación global, sino de la adecuada mensajería del tono; disímil o compasivo, el despertador vino a recordarnos a todos que la desesperación apenas tenía final; mas el acostumbrado paladar se sobrepone a la angustia floral, y el gobierno del cambio funciona, como la sección desdoblada del color verduzco, a la perfección amorosa bajo el sol que canta.
No puede ser, entonces, que con la pena uno se establezca como su antídoto: así hacen solamente las supernovas y han generado espacio vacío; tanto, que hay más espacios que palabras en este breve tránsito; ¿o existe la misma comprensión a través de lo que pienso?
Desgraciada mente que invoca serial mente o proporcional mente o cumplida mente que indica: el camino es allá: el aminoácido es allá: el camino ácido es allá: señalamientos y conversaciones ignoradas por el procreador vacío del lingüista primordial.
¿Es la calendarización de ornamentos la primera razón por la cual el alfanje discorde provee elucubraciones marinas cuando el comendador se adhiere a la piel un trocito de bambú?
¿Han incurrido en blasfemias los proveedores de agriculturas más iridiscentes que el llano anecdótico de lo cierto?
¿Poseen glóbulos blancos si el comienzo de las pasas no se ha iniciado esperanzado en que la remembranza de un subrepticio final sea cierto?
¿Alguien ha pasado por Alto?
Como una respuesta y eructo; pues nada hace tan mala digestión al esfínter que un pretendiente inclusive; o la llanura se levanta en ti nieblas, como corre o actor destilo.
Aficionado, sabe que las rondas alimentan cumbres sacramentales y sobreviven solamente debajo de los peces y la escueta voz marina.
El hado de frambuesa.
Para quienes se escabullen por entre los desafíos, sépanse que la mejoría individual no proviene de la fusilada entonación global, sino de la adecuada mensajería del tono; disímil o compasivo, el despertador vino a recordarnos a todos que la desesperación apenas tenía final; mas el acostumbrado paladar se sobrepone a la angustia floral, y el gobierno del cambio funciona, como la sección desdoblada del color verduzco, a la perfección amorosa bajo el sol que canta.
No puede ser, entonces, que con la pena uno se establezca como su antídoto: así hacen solamente las supernovas y han generado espacio vacío; tanto, que hay más espacios que palabras en este breve tránsito; ¿o existe la misma comprensión a través de lo que pienso?
Desgraciada mente que invoca serial mente o proporcional mente o cumplida mente que indica: el camino es allá: el aminoácido es allá: el camino ácido es allá: señalamientos y conversaciones ignoradas por el procreador vacío del lingüista primordial.
¿Es la calendarización de ornamentos la primera razón por la cual el alfanje discorde provee elucubraciones marinas cuando el comendador se adhiere a la piel un trocito de bambú?
¿Han incurrido en blasfemias los proveedores de agriculturas más iridiscentes que el llano anecdótico de lo cierto?
¿Poseen glóbulos blancos si el comienzo de las pasas no se ha iniciado esperanzado en que la remembranza de un subrepticio final sea cierto?
¿Alguien ha pasado por Alto?
Como una respuesta y eructo; pues nada hace tan mala digestión al esfínter que un pretendiente inclusive; o la llanura se levanta en ti nieblas, como corre o actor destilo.
Aficionado, sabe que las rondas alimentan cumbres sacramentales y sobreviven solamente debajo de los peces y la escueta voz marina.
El hado de frambuesa.
4.7.08
No me he cumplido
Para precavidos: la imposición ridícula del promotor cultural advierte que las invocaciones nerviosas del alacrán son vagas. Sin embargo, procede en desvanecimientos que le dan la categoría de acuerdo fijo. Sin que se coloque la muralla en el trapecio, los ornamentos pretenden ignorar la posición de los planetas. Fijo, el aire vuelve a reanudarse, tal y como cuando.
Doble paso y se advierte un nuevo volumen: el decreto ha sido pronunciado por los aldeanos y, vago adherido al cuerpo, invoca las colaciones matutinas para prometerse un mejor abuelo. En cambio, si se tuvieran disecciones informativas, la compensación debería ocuparse de los primeros abismos, de lado y de cojo. Adusto se vara y coloca. A través de la población uno puede darse cuenta de que existen incólumes patos en la diseminada isla. Allí acostumbran a mezclar el arroz de todos los frijoles, más puerco que efímero, y más vago que con calendarios aztecas.
Por lo visto, el hombre incluye primeras invocaciones. Se excluye en la principal nota de abnegación discordante y vuelve a rememorar el orden primigenio en el que se vio nacer. Así, resuelto al llanto, adquiere principales nicotinas, gracias a las cuales llorar establece el cúmulo de placeres que le gobernarán en el vago peso. Discurso vago. Anécdota marina. El yacer entre los dedos no advierte nuevas emociones; de hecho, inculca la premonición y le pervierte, debajo de las axilas, hasta que el primer balón se le escapa por debajo del asiento.
Dobleces. Se trastoca y yanta. Excluye mientras adhiere primeras voces en el ritmo prosaico de la llamada "frustración", y debajo de la lengua pronuncia el leve goce con el cual ha desvanecido al sueño: Coca-Cola, advierte, no ha pagado su anuncio en esta sección; y sin embargo, aparece; ya ha aparecido; apareció, sigue presente hasta que se le olvide.
¿De cómo influye la cena en el tratado de libre comercio? La relación es directa: acontece y se disuelve en primordiales trinos. Uno obtiene por qué escaparse, y con la población indígena vuelve a rumiar su desconectado cauce de marítimos profanos.
Incluyo el adecuado, pues lleva alas en el desierto; y después de haberse olvidado de cargar el paño con sus dedos, no queda más remedio que Anfetamina.
Anfetamina, digo y lago.
Doble paso y se advierte un nuevo volumen: el decreto ha sido pronunciado por los aldeanos y, vago adherido al cuerpo, invoca las colaciones matutinas para prometerse un mejor abuelo. En cambio, si se tuvieran disecciones informativas, la compensación debería ocuparse de los primeros abismos, de lado y de cojo. Adusto se vara y coloca. A través de la población uno puede darse cuenta de que existen incólumes patos en la diseminada isla. Allí acostumbran a mezclar el arroz de todos los frijoles, más puerco que efímero, y más vago que con calendarios aztecas.
Por lo visto, el hombre incluye primeras invocaciones. Se excluye en la principal nota de abnegación discordante y vuelve a rememorar el orden primigenio en el que se vio nacer. Así, resuelto al llanto, adquiere principales nicotinas, gracias a las cuales llorar establece el cúmulo de placeres que le gobernarán en el vago peso. Discurso vago. Anécdota marina. El yacer entre los dedos no advierte nuevas emociones; de hecho, inculca la premonición y le pervierte, debajo de las axilas, hasta que el primer balón se le escapa por debajo del asiento.
Dobleces. Se trastoca y yanta. Excluye mientras adhiere primeras voces en el ritmo prosaico de la llamada "frustración", y debajo de la lengua pronuncia el leve goce con el cual ha desvanecido al sueño: Coca-Cola, advierte, no ha pagado su anuncio en esta sección; y sin embargo, aparece; ya ha aparecido; apareció, sigue presente hasta que se le olvide.
¿De cómo influye la cena en el tratado de libre comercio? La relación es directa: acontece y se disuelve en primordiales trinos. Uno obtiene por qué escaparse, y con la población indígena vuelve a rumiar su desconectado cauce de marítimos profanos.
Incluyo el adecuado, pues lleva alas en el desierto; y después de haberse olvidado de cargar el paño con sus dedos, no queda más remedio que Anfetamina.
Anfetamina, digo y lago.
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