9.6.08

Administración y Sacro oficio

Como si tuviera titular en el espacio ínfimo, se adhiere anecdóticamente al posible detractor. Sin que se le cuelguen los bordes de entre el enramado, procede a fusionar el hierro con el licántropo hasta que deshuye y reinfirma que, desde la última nota, puede infiltrare sin ser visto u otra razón elocuente por ser.
Sin que la nota sea demasiado colorida, el controversial siniestro se le pone de rodillas a la legislación y, gracias al posible cerco animal del turbio septentrional, puede decirse de sus rodillas, o de sus gaviotas, que no por mucho liberar las nueces un tigre puede acelerar el curso de la llamada a misa. Por favorito.
En cambio, si se le compara con el pertinente, puede iniciarse una reacción en cadena lógica de pensamiento que huye, gracias a las colaboraciones del mismo soplo cardiaco. Con calendarios remotos se han vestido de ornelas y, en el pésimo gusto de proceder a nombrar las cosas como dominós o rapés, incluye frustraciones fundamentales que no podrán lamerse sin que antes uno de los dos navíos proceda a remembrar el turbulento fastidio que le incineró la infancia.
Gracias, así, al subrepticio iluminado que ha de esclarecerse en cuanto la bruma le sea favorable al ciclo solar, se le adhieren algunos pececillos en el entramado y procede, sin que se le diga si es o no suficiente, a rememorar, por decimotercera ocasión, la línea que ha practicado con ahínco y sección izquierda: incluye fotosintéticas tablas y procede a agrupar en simios los primates de los carromatos, y concluye, innecesariamente, que ya desde antes.
No se pondrá, entonces, demasiado sincero, sino que proveerá un alarido constante frente al gris oscuro, que le parece afable, siempre y cuando.
Así y todo, se podría decir que. Sin embargo.
Pero.
Salida de emergencia.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Posible tú
posible yo
posibles todos
posible dios