26.3.08

Como Si Cupieras

Vago libre e incandescente por las calles amarradas del triturador efímero. Pongo de manifiesto la licenciatura en Abordamiento de Materias Fecales, gracias a la cual me mantengo libre de insecticida y en aumento constante de peso. Voy ganando las estrías y, con suerte, podré decir de mí mismo que he glorifocado el serpentín, más tiempo detrás de los arbustos que ningún otro persuasivo tirador de espectros.
El comensal se distiende sobre el cuchillo aguado y dispone el diente macerado con piña desde hace siglos atrás. Como si tuviera urnas en los callos, repone el discurso y se mantiene distante; con los pies cruzados en un primer movimiento de aleteo y sus rubicundas fauces distraídas, pues ha perdido el hilo de la conversación y el sifón no es lo suficientemente amplio como para prometerle mejores congojas que un sacerdocio efímero. Con la vista turbia y los sentidos artesonados, discute lo que será sería si fuera o es. Concluye y su enemistad profunda con el vaso de agua se convierte en fiesta de disfraces.
Ahora todos deben callar. No al menos para quienes corrijan los próximos iluminados de entre las pantallas solares. El comedor integra, dentro de sus propios cajones, el cardiovascular rumor que se fustiga con nitidez bajo la pantalla clara de un cerdo armónico y sus composiciones deterioradas.
La tambora pierde el ritmo con el cual puede pernoctarse y se demora, quizás lo suficiente, como para decir que cómo será si fue o es, y cómo es que podrá proceder en cambio desde que. La numinosidad con la cual insufla sus procederes se ve afectada nítidamente por los primeros brotes de malaria en sus avestruces, razón por la cual se extiende en ritmo y se avecina en banco, y con la pena ajena se distrae y reembarca a sus orines en un pulcro devenir de instantes más actualizados que una versión pre-post-superior de sistema operativo, gracias al cual intuye (provee) que la localización satelital no le será afable, a no ser que se diluya en compensaciones y ocasos más tarde o más temprano que un locutorio voraz.
Como si tuviera peso suficiente, entonces, cría con sus propias negaciones el reencuentro prosaico de la voz pasiva, con lo cual se inscribe dentro de los primeros lugares de la línea, y con ello garantiza el pulcro proceder con el que renegociará la deuda externa, o con lo cual podrá columpiarse en distritos no más enteros que su propio gorrión, aunque sí más adecuados que sus negativos trascendentales.
Dice y ha. Corresponde. Marino. Gladiador. Solventa y acude.

25.3.08

Mordisco a un segregado

Como si se hubiera encomendado a satisfacer, con sus procreaciones efímeras, la transcripción literal de lo que sería serio, tuve que desgajar la compulsión hasta que el brillo se aleccionó y, con la pena inmóvil, se tuvo que acceder a la primera turbulencia sin que antes se le manifestara su primordial interés en el presidio sacerdotal.
Por tales motivos, y gracias a la comprensión lineal de la forma, he detenido la batalla hasta rememorar el incauto gobierno que se ha acaecido con borlas y suculentos trotes hasta descansar en los brazos alegóricos de mi propia timidez. El negocio es lacrado con sellador y se le advierte que será ínfimo mucho antes de que la gloria se le carcoma por entre los dientes.
El falo socrático posee mayores tiznes que su propia oración y, gracias a la compensación ilusoria de lo vano, hubo de multiplicarse hasta las nueces, so pena de morir de asco dentro de un diccionario de la lengua anglosajona.
No hay nariz más inacuta que el gobierno propio de la auscultación ignorada por los primeros hombres. Aquí se le pone un verso de puntillas y ya adquiere mental signatura desde que el romero se le escabulló y dizque pretenda salir de los primeros diálogos, ya podrá esconderse por debajo de las aceitunas o por detrás de sus pesadillas.
En todo caso, el comentario tiende a relacionarse con aquello que le dota de pinza y que no es más pulcro que su propio vaso de agua. La cegación de un comentario es precisa para el renovamiento espiritual de la especie. No hay doctos ni hombres, señorías, en las haciendas, que se hayan catalogado en los suculentos libros de recriminaciones tiempo antes de las formaciones gaseosas de sus propios fustes y vinagretas.
Por lo mismo, seccionar el cadáver en su parte instantánea no puede rememorarse antes de que el gobierno mismo de su propia simiez se le advenga en primordiales trotes o en hallazgos pulcros por debajo de la similitud acuática de aquello que podrá-ser.
El cantábrico tiende a diseminarse en primeras voces y ya están listas las señoritas con sus empuñaduras y los ocasos debajo de sus pantorrilas para que el goce lunar les sea confabulado o ennervado por su propio crimen o seno adjunto.
El llano se alimenta de frases célebres y ya tiende a volver con sus coces al ruedo;le atora, le agalla, le rifla, y con el incauto entrometido, se le asiente.

13.3.08

Lo que el desperdicio cuadró

Acantilado fluorescente se disfrazó de pan para conmovernos, como si nosotros mismos hubiéramos planteado la cuestión final: ¿cómo es que los bocardos tienden a disminuir en número, mas no en cantidad? La respuesta alegórica y complaciente a esta duda final tiende a converger en la contradicción efímera del póstumo segregado. Pues con mayor o menor patíbulo de por medio se obtienen cantidades grandes de complejos vitamínicos, mismos que, después de haber sido subrogados por el ontológico, pueden rememorarse como esporas o tulipanes sin que de ellos se haga uso más de una vez al año.
Estudios recientes de la universidad de Santo Juana Incauto Borral, implican que, de disminuirse la cantidad de esoterismo en la testosterona del macho cabrío, se podría procrear una serie infinita de números que, después de seguirse mediante la unidad, se multipliquen por su propio valor intrínseco, mismo que sólo puede obtenerse a partir de la cápsula de Gauss y sus comerciales amorosos.
No es de detonarse lo suficiente si uno busca en vano por dónde puede encuadrar la selección natural; o si es acaso un mismo delfín quien habla en contra de los primero tiempos. El caso es que volverse a menudo tiende a disminuir el llanto en hombros y se le considera -o se le podría enturbiar -ambivalente si es o no un gramo más tarde de lo que será conveniente partir, suponer o embriagar.
Título de la canción incluye, en sus dos primeros trances, el símbolo sagaz de una alegoría ventajosa: la ostra acumulada en los primeros visitadores ha crecido más de cuatro centímetros de ancho, lo cual es fase subyacente para que, en posteriores estudios, se le considere pulcra o binomial, sólo por gobernarse en diferentes ángulos y con premoniciones de tamaño prosaico. Pues la colección de órganos ha disminuido desde que el Germanio puede complementarse con el Silicio. En todo caso, el nombre, la memoria y el sustrato sódico son placeres carnales que, más allá de proveer al organismo de tabernas ocultas y septentrionales anfibios, le incluye un boleto de entrada al pasillo de su preferencia y un columpio sacramental, mismo que podrá intercambiar por estampillas una vez que se asemeje el cambio. El convertidor analítico es fundamental para la servidumbre y, gracias a la integración inocua de un ambidiestro sencillo, se habrá de proceder al corte, no sin antes negociar la posible solución al conventillo: se tendrá o no un armario. En todo momento se incrementa la velocidad del canto y, con el placer que convierte a aquél que derrumba con sus crines el prosapio ventajoso, se le considera fascinado y, con ello, se le tiene por comercial, antiguo, propositivo o enumerado.
Hasta que el viento le separe, y hasta que la gracia le cuente de diez a cero, será permanente y secuencial. Como cambio de cadena y señal implícita del funcionamiento ficticio de un tabernáculo cadenero.
El yo se trastorna en primeros horarios y, gracias a la conversión del franciscano, se le advierte que será soñado, sólo en caso. Gracias al hecho. Ahora, cunde.

12.3.08

Terso

కామో సి దేస్పుంతర దే ఎంత్రే లాస్ de entre los huracanes un primer algoritmo, los nombramientos podrán incluirse tal y como si fueran insecticidas después del batallón efímero que les ha provocado su salida.
El oratorio se ha descendido y, con la cita adherida al llamamiento del protagonismo etéreo, vendrán a iluminarse con mejores disfraces y mayores mercurios los ciclos olvidadizos que se habrían despierto si, o cuando podrían por favor obtenerse en cambio.
El rubicundo y ceremonioso señor penas ha decidido brotar de dos a tres veces por semana, en busca de un triturador de encomiendas, y en la acera podrá prometerse un descuento de filamentos en capacidades de igual desmejoramiento de lo que sería dable observar si.
Puesto que he decidido vencer al comendador, y le he propuesto que siga discutiendo con los más vanos solipsismos, he decidido, asuvez, promover a los tiburones a enjambres de conocedores y, después de que la acera les dibuje los esqueletos, podré disuadirme de lo que acontecerá en cambio o si precisamente podré colocar los primeros goznes en un subrepticio aliento con el cual podrían más bien vegetar los alacranes.
Las yeguas se han erguido y los comensales tienden a disminuir, en off, los primeros abrazos de la sinfonía. El augusto satisfactor de espacios se ha desvestido en goces puros y, gobernado quízás por los ángeles primeros, modifica su estrutura ósea para parecerse, previo e indeciso, al enfermo volador que le ha descubierto en sus primeros años.
El tinto le era favorable. Le hacía un bello muladar la colación. La conejilla se había adiestrado lo suficiente y ya era hora de comenzar a arremeter en contra de los primeros jaladores de esperanza. El día que se cubría de humo no era suficiente para llegar primero. La canción se destapaba y, con trastabillos furibundos se desalojó el primer comercial de panfletos, con lo cual se pudo convencer al primero de que sería si fuera, o de que será si fue.
En todo caso, el estribillo se corría en disfraz de comentarios y, con el precavido tenedor se le prevenía de sus estudiantes fundamentales.
Fue así como se le convenció. Y de ahí en adelante.

11.3.08

Dossier

Por promover con demasiada lentitud la compulsión a chorro, he decidido obrar en contra de la felación y contener el espíritu dentro del vasito de charcoal que han decidido suturar, con premura, y con la nota firme y alegórica de que será la última vez que pongo los detritos en el encerador y contengo la memoria en primeros lugares, firmes, sin que después detrás vengan a compulsar los primeros espacios y el abultado cogote se les adjunte como si fuera texto conmemorativo de los juegos olímpicos.
Tanto he tenido que batallar en contra de lo que superficialmente contiene un cerro de golondrinas, que con sólo promover menos incautos y seleccionar las matrices gobernadas por los interlocutores, provendrán a satisfacerse, restregando la entrepierna y gobernando las distintas islas donde el sorprendente señuelo ha tenido comezón en la oreja izquierda.
Es de comentarse que, después de hallado el comején, las ardillas sostienen que un ciclo de vida es suficiente para contonear el crimen simpático gracias a lo cual los eucaliptos forman grupas anecdóticas, gracias a las cuales mejor y más salvaje menstruación podrán obtener sin que se les goce por haber sido las primeras diez.
El convertidor de monedas todavía se discute entre la cantinas y los perros husmean las cavernas que han precavido instantes antes de haberse puesto las córneas y columpiado los primeros versos con los cuales podrá objetarse que, descendientes de un difícil tugurio, son ornamentos más disfuncionales que una prensil vocal o sus monederos turbios.
¿Cómo es que se han enclaustrado en tantas y tan primordiales sobredosis de calamidad? Pues sin embargo podría decirse a sí mismo que, sin querer le ha dado un nuevo motivo para enamorarse. Lo mismo ocurre sin que traigan las velas y las formaciones eclesiásticas, pues los nombres del paladar no poseen mayores ornamentos que un disímil secuenciador y tres pesos perdidos en la chamarra del tío abuelo.
Comentario al margen:
Comentario siguiente: por menos madrugador que sea el día, yo habrá de comentar, firme y simplista, que las negociaciones promovidas con glotonerías sirven, en primera instancia, para dar de comer al burro prosaico.
En segunda base se encuentran los primeros fijos de entre todos. Las procreadoras de encantamientos discuten si serán o no menores los presagios y melifluos los gobiernos que se caracterizan por haber sido anecdóticos o esperanzadores.
De acuerdo sirve un par de copas y enciende el metonímico. Allá, a lo lejos, se escucha la música y plegaria del jazz absorto donde se ajustan los botones del volumen y se tienden las trampas entre los primeros ratones ratonzuelos conejillos de indias para dibujar, con sus sonrisas alegóricas, los primeros trazos del mundo visible.
Nace el cuero cabelludo que cubre las primeras ideas; luego uno, calvo, promete diferentes enfermedades a cruzar, tiempo antes de que los gobiernos le obliguen a formarse o formar nuevas distracciones.
El hombre se cuenta en la historia y se distribuye equitativamente en las diferentes fechas que ha gobernado exclusivamente para ello. Posteriormente se atribuye su primer cancionero y después gime que será adiestrado o visual lo que podrá ofrecerle mejores guisos y hacinados placeres en el paladar ilusorio que refrenda su propia imagen y memoria; pues ya desde allí, los primeros tienden a deshacer el mundo en trocitos de hielo que cubren con sus bebidas alcoholamiacas y sucumben ante el primer lápiz que les otorga el excremento alienígena partido en cuatro.
Lo inconveniente es sobrar. De ahí el abcdef

7.3.08

Primera objeción

Dudo si será o no factibe otorgarse cúmulos de páncreas en la nube séptima del cóndor asiático. Habrá que localizar formaciones rocosas en el sendero acuático por la progresión lineal aritmética que provee el disfraz alemán de la tortuosidad y el complemento considerado firme y sólido en la compenetración asimilar de lo que podrá ocasionarse si.
Lo visto ocasionalmente procede desde la renegociación del campo efímero y hasta la complacencia del permanente y simultáneo globo ostentado en la frecuencia cardiaca del simio comercial.
Habrán premoniciones más ligeras y comerciales.
Sustituir tornasolados páncreas y converger contra los mercados alimenticios, gracias a los cuales todavía es posible estallar en off, sin que el compulsivo senador pueda retraerse de sus discursos septentrionales.
Habrá de manejarse menor línea y culpabilidad si se tendrá o no prosaico el malecón, o si el maletín guarda sus pertenecias en la bolsa de valores acostumbrados.
Promover la tentación y sumergirse en el vano deseo de rozar la pena es actualización de remembranzas, tiempo antes de que la golpiza sea equidistante o prestamista. El asunto es diferente, y gracias a ello todavía se pueden comer ciertas especies marinas de andróginos, que han establecido diferencias entre los celadores y sus distancias inocuas.
Habrán notorios compulsivos y senderos ocasionales. Mientras tanto, osará el roce la frustración de su propio moho y la categoría sobre la cual su especie otorga nuevos o cómplices beneficios se complacerá en presentar, conocimiento ajeno, el discurso alimentado por la voz en off que narra sucesos; uno detrás del otro, sin cortes ni mecanismos pulcros y fanáticos como la laceración del collar en cambio o la persuasión de un resquicio sólo por promover mayores o mínimos adulterios con lo cuales subyacerá, firme y actualizado, tal y como surgió en el telón trasero: con basamento y filamento.
El resto concierne al historiador y sus permanencias. Lo que será es.